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Cuando Shushunova clavó su salto en la final individual de Seúl, los espectadores de TVE supimos que había ganado el oro. Lo supimos antes incluso que las juezas, porque el vuelo había sido perfecto y la recepción, impecable. Y aunque las únicas recepciones de las que habíamos oído hablar hasta entonces eran las de las fiestas del embajador, unos días escuchando al entusiasta equipo de TVE nos habían convertido en guardianes de las esencias de la gimnasia.

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