
Pocas series más recomendables para el verano, ninguna más relajante y terapéutica, que Los Durrell, sobre las peripecias de una familia británica instalada en la isla griega de Corfú en los años treinta. Todo es amable, ningún drama es para tanto, la vida es fácil, quieres ser uno de ellos y estar allí. Nada más deprimente, para quien haya gozado de los encantos griegos o sueñe con hacerlo, que ver Atenas asediada por el fuego, a la población confinada porque el humo envenena el aire abrasador, nada tan triste como esa foto de la estatua de Palas Atenea entre las llamas.