
Cuando el conglomerado Comcast amplió en 2014 su acuerdo para retransmitir los Juegos Olímpicos en Estados Unidos hasta 2032 y pagó cerca de 8.000 millones de dólares (unos 6.700 millones de euros) por ello, no imaginaba el panorama con el que se encontraría en Tokio 2020. Para empezar, la que iba a ser la gran cita que inaugurara la plataforma Peacock, de NBCUniversal (perteneciente, a su vez, a Comcast), se retrasó un año por la pandemia hasta desembocar en unas competiciones sin público en las gradas. Además, diferentes factores han provocado un descenso de la audiencia, en la primera mitad de los Juegos, del 42% respecto a la cita de Río de Janeiro de 2016 sumando todas las plataformas de NBC, la cadena que los emite. Varios medios estadounidenses como Bloomberg o Vulture aseguran que estos resultados están provocando reclamaciones de compensaciones por parte de unos anunciantes que sienten que las expectativas que les vendió la cadena no se están cumpliendo.