
Menorca ha dejado de ser tendencia para convertirse en la isla de moda. Y, como ocurre con todas las modas, no sienta bien a todos por igual. Apenas aterrizas en ella, sientes la controversia. Hay casi tanta gente en contra de este nuevo estatus como los que la felicitan y disfrutan. La llegada de la galería de arte suiza, Hauser & Wirth es la gota que colmó el vaso. “Es una operación inmobiliaria. Rescatar la illa del Rei (un islote con una historia larga y rocambolesca en plena salida del puerto de Mahón) para montar una galería hipercomercial que expone ahora a un artista con discurso anticapitalista, Mark Bradford, para convertir nuestra isla en un enjambre de especuladores, no convence“, sentencia una madrileña que veranea desde hace 25 años en Menorca. Otros no lo ven igual. “En un país con cuatro lenguas oficiales, ninguna de ellas el inglés, con tantas divisiones, que de repente todo el mundo sepa pronunciar correctamente Hauser & Wirth, (jau-zer an guirsss) significa que estamos en la senda correcta”.