
Cuestionada, dentro y fuera de palacio. Desde que se anunció su compromiso con Andrés de Inglaterra en 1986, Sarah Ferguson ha estado sometida al escrutinio en el seno de la familia real británica, pero también al de los ciudadanos y la prensa, tal y como le ocurrió a su buena amiga Diana de Gales. Una presión mediática muy dura en determinadas ocasiones que hizo mella en Ferguson durante años y de la que ahora ha hablado abiertamente en una entrevista concedida al diario The Telegraph. “Ser el foco del escrutinio público y la crítica tiene un coste en la salud mental, inevitablemente”, ha afirmado la exesposa del príncipe, que en anteriores ocasiones ya había reconocido haber sufrido trastornos alimentarios y haber acudido a terapia como consecuencia de las críticas recibidas y la exposición. “Tuve una relación malsana con la comida durante mucho tiempo. En el pasado, acudí a terapia para lidiar con esos problemas”, ha recordado.